KOTOTAMA de Emilio González Tapia en LO INTRATABLE DEL AMOR, Capítulo 1: LA ESPECIFIDAD DE MI DESEO, de Yumi Kataoka




La vida conduce al hombre por abigarrados y tortuosos senderos.
A menudo frena la fuerza de la mudanza, luego vuelve a enderezarse.
Ya un elocuente contenido logra verterse libremente en palabras.
Ya la pesada carga del saber debe encerrarse en el silencio.
Más allí donde dos hombres están acordes en lo hondo de su corazón,
quiebran la fortaleza aún de bronces y aceros.
Y allí donde dos hombres se entienden plenamente en lo hondo de su
corazón, sus palabras son dulces y fuertes como aroma de orquídeas.
                                                                             Confusio

La voz que canta, ese precísimo espacio en el que una lengua se encuentra
con una voz y deja oír, a quén sepa escuchar, lo que podríamos llamar su
textura: la voz no es el aliento. Sino más bien esa materialidad fónica que
surge de la garganta, el lugar en el que el metál fónico se endurece y se
recorta.

La voz, corporeidad del habla, se sitúa en la articulación entre el cuerpo y
el discurso, y en ese espacio intermedio es donde se va a efectuar el
movimiento de vaivén del acto de escuchar.

La ley que prescribe una escucha correcta, única, se ha roto en pedazos;
por definición, la escucha era aplicada; hoy en día lo que se le pide con
más interés es que deje surgir; de ésta manera volvemos, en otra vuelta de
la espiral histórica, a la concepción de un modo de escuchar pánico...

El grano sería eso: la materialidad del cuerpo hablando su lengua
materna: la letra, posiblemente; la significancia, con toda seguridad.

El grano es el cuerpo en la voz que canta, en la mano que escribe, en el
miembro que ejecuta. Si percibo el grano de una música y si atribuyo a este
grano un valor teórico, no puedo hacer otra cosa sino rehacer para mi una
nueva tabla de evaluación, indudablemente individual, ya que estoy
decidido a escuchar mi relación con el cuerpo del que o o de la que canta o
toca y esta relación es erótica pero nada subjetiva.

                                                                           Roland Barthes

Emilio, no canta en su lengua materna -y lee a Confusio traducido-pero
canta, aquí y ahora, con toda su vida a cuestas, incluso con sus abigarrados y
tortuosos senderos: él está cuando canta. Hace pasar por su cuerpo una
lengua ajena y en esa traición deja surgir su grano para quien quiera ,
escuchando, dejarse arrastrar.
La oficina deviene espacio resonante...
Dos que se interfieren mutuamente, cohabitan, se tocan, se distancian, se
saludan, conversan, se miran, se escuchan...cada uno se da al otro como su
alteridad. Rodolfo Kusch sostenía que no hay uno y otro, sino lo mismo y lo
otro donde lo otro siempre está (para lo mismo) ausente.
Dos experiencias: un tercer espacio , acontecer de lo indecible...
...(a)cordar y tender un lazo: prestar, entregar, ofrendar una atención
abierta; una (a) tensión.
Recinto de cruce y encuentro entre dos corpus, dos obras y entre ellas el
surgimiento de una voz recortada en el acontecimiento.
Si las paredes hablaran...!!! Quizás no hablan pero nos hacen escuchar ecos
de una voz impronunciable... inagotable, aun siempre por pronunciar...
Operación invocante: Provocación de lo sonoro que convoca la escucha y
con ello invoca lo inaudito que traduce y por eso traiciona, conjura y
transforma desde su mismidad, el espacio de una otredad.
... antiguos ritos que saben de invenciones...
no hay ninguna verdad detras de la etiqueta, pero la precisión de esa figura es
la verdad de su invención.